#ElManifiestoNoticias | La incorporación de la tortilla en las misiones espaciales trasciende lo logístico y lo nutricional; representa también un significativo emblema cultural.
En la carrera por conquistar el espacio, no solo la tecnología y la ciencia juegan un papel fundamental; también lo hace la cultura. México, con su rica historia culinaria, ha dejado una marca imborrable más allá de las estrellas gracias a un elemento emblemático: la tortilla de maíz.
Este logro comenzó con el ingeniero Rodolfo Neri Vela, quien en 1985 se convirtió en el primer astronauta mexicano al participar como especialista de misión a bordo del transbordador espacial Atlantis. Durante su histórica travesía, no solo contribuyó al avance del conocimiento científico, sino que también introdujo elementos esenciales de la gastronomía mexicana, como el amaranto y la tortilla de maíz, en las misiones espaciales. Estas aportaciones ancestrales, parte integral de la cocina mexicana, trascendieron las fronteras del planeta para convertirse en aliados de los exploradores del cosmos.
La incorporación del amaranto y la tortilla de maíz a la alimentación espacial no fue casualidad, sino resultado del ingenio y la visión de Neri Vela.
Durante la preparación para su misión en 1985, trabajó estrechamente con especialistas en nutrición y científicos de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) para identificar opciones que no solo cumplieran con los estrictos requisitos técnicos del espacio, sino que también ofrecieran un valor nutricional óptimo. Fue entonces cuando propuso incluir productos mexicanos como el amaranto y la tortilla de maíz, un componente básico de la dieta mexicana. Su propuesta fue aceptada, marcando un precedente que continúa vigente en la actualidad.
¿POR QUÉ LA TORTILLA ES IDEAL PARA EL ESPACIO?
Según la NASA, las tortillas son perfectas para la vida en microgravedad por varias razones. Su forma compacta y flexible permite utilizarlas como base para múltiples preparaciones, mientras que su consistencia evita el problema de las migajas del pan, un riesgo para la maquinaria sensible de las naves espaciales. A diferencia del pan, que puede generar desechos flotantes en ambientes sin gravedad, las tortillas son prácticas, limpias y versátiles.
Pero no solo su practicidad las hace sobresalir. Las tortillas de maíz también son una fuente rica en nutrientes esenciales. De acuerdo con un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), publicado por la académica Berenice Montaño Gómez, este producto contiene magnesio, fósforo, potasio, niacina y vitaminas como A, C, D, E, B1 y B2. En particular, la combinación de calcio con vitaminas C y D favorece la correcta fijación de este mineral en los huesos, un beneficio crucial para los astronautas que enfrentan la pérdida de densidad ósea durante largos periodos en el espacio.
Además de sus beneficios prácticos y nutricionales, las tortillas, como las elaboradas con masa de nixtamal o harinas de maíz nixtamalizadas como Maza Real, Maseca, Harimasa o Blancas, aportan un sabor auténtico y reconfortante que contrasta con la monotonía de los insumos deshidratados típicos de las misiones espaciales. Su incorporación al menú de la NASA no solo resuelve problemas logísticos, sino que también conecta a los astronautas con las tradiciones y sabores de la Tierra.
La inclusión de la tortilla en las misiones espaciales no es únicamente un triunfo logístico o nutricional; es también un poderoso símbolo cultural.