Existe un tipo de discriminación estructural que frena el talento de grupos que hoy están subrepresentados.
Arrancó el 2024, un año que estará movido en la esfera política y que puede tener implicaciones sociales importantes. En particular, la lucha en contra de los esfuerzos de diversidad, equidad e inclusión (DEI) que se gestó en Estados Unidos desde el año pasado se ha fortalecido, lo que podría tener repercusiones en el resto del mundo.
El 2 de enero renunció Claudine Gay a la rectoría de Harvard tras un escándalo por no condenar de manera directa el llamamiento al genocidio de los judíos combinado con acusaciones de plagio en sus trabajos de investigación. Gay fue la primera rectora negra de la universidad y su mandato duró seis meses, con lo que es considerado el más corto de la historia de la institución.
El caso es complejo y yo me quiero concentrar en el fondo relacionado con la llegada y la presión que viven las mujeres y las minorías que alcanzan puestos de toma de decisiones, sin ahondar en las acusaciones antisemitas ni defender las respuestas técnicas e insensibles que tuvo Gay en diciembre de 2023. Recordemos que ella asumió el cargo poco después de que la Suprema Corte de Estados Unidos declaró inconstitucional usar la raza como un factor para aceptar estudiantes en universidades privadas. Esto fue una forma de reafirmar el carácter plural de Harvard.
Sin embargo, hubo quienes interpretaron la situación como una consecuencia de haber elegido a Gay como rectora para cumplir con ciertas cuotas, a pesar de no tener un currículum tan robusto como sus antecesores . Esto no solo se quedó a nivel institucional, sino que se generalizó y atizó voces conservadoras que se han pronunciado abiertamente en contra de los esfuerzos DEI. El empresario Elon Musk afirmó en su cuenta de X que DEI es un sinónimo de racismo. Josh Hammer , editor senior de Newsweek, lo comparó con un cáncer que debe ser erradicado. Christopher Rufo , activista conservador, escribió en Wall Street Journal que la renuncia de Gay era una victoria y el principio de una transformación institucional profunda.
El problema de estas visiones es que ignoran que el punto de partida es casi determinante para el destino de las personas. No todas cuentan ni con las mismas características sociodemográficas ni con las mismas condiciones para acceder a diferentes oportunidades como estudiar en colegios prestigiosos, alcanzar empleos de calidad o crecer profesionalmente hasta llegar a la cima. Existe un tipo de discriminación estructural que frena el talento de grupos que hoy están subrepresentados.
Además, una vez que estas poblaciones logran llegar a los puestos más altos, pareciera que están bajo un escrutinio mayor y cualquier paso en falso es suficiente para que salgan. En el caso de Gay, sin afán de minimizar la importancia del rigor académico, las acusaciones de plagio se relacionan con fallas en las citas sin poner en duda la originalidad de los trabajos. Nada que ver con la dimisión de Marc Tessier-Lavigne, ex rector de Stanford, quien estuvo involucrado en investigaciones donde se manipuló la información, todo un fraude.
En un mundo diverso, todas las posturas son válidas, siempre y cuando no transgredan la libertad de otras personas. Sin embargo, me pregunto hasta dónde llegará el alcance de esta oposición vehemente en contra de la inclusión. ¿Será suficiente para revertir una tendencia global que ha tocado a la mayoría de los sectores o se apagará hasta que regrese un nuevo escándalo? La respuesta no la tengo, pero vale la pena monitorear el debate alrededor de las acciones DEI a lo largo de este año.